El azúcar es un
componente de la dieta diaria fundamental para un correcto funcionamiento de
nuestros órganos y en especial del cerebro.
En el caso de los niños el cerebro, por su inmadurez y por la alta actividad celular que tiene, necesita azúcar (glucosa) de forma continua y regular, que se obtiene de los azúcares de la dieta (carbohidratos). Si el cerebro no tiene el aporte adecuado de estos principios inmediatos, puede repercutir en funciones tan importantes como la atención, el aprendizaje y también la memoria. Ahora bien, el consumo de azúcares simples (dulces) tiene que ser controlado, porque su exceso también puede ser dañino para el cerebro de forma tal que puede provocar irritabilidad, ansiedad, falta de concentración…etc.
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El azúcar es el combustible fundamental para el cerebro, dado que las neuronas (células del cerebro) están continuamente activadas incluso durante el sueño. El azúcar, es decir, la glucosa, se convierte en ATP (energía) y en oxígeno. Así pues, la glucosa es esencial para unas células que están siempre trabajando, y por tanto, para un adecuado desarrollo del cerebro, así como del resto de las funciones que dependen de él.
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Pequeñas cantidades de azúcares simples se pueden incorporar perfectamente en la dieta de los pequeños sin que ello suponga un riesgo médico. La cantidad idónea de azúcares simples no debe nunca superar el 10% del total calórico.
Los hidratos de carbono no son malos ni siquiera para los diabéticos, y todos ellos se convierten en glucosa, combustible fundamental para vivir. La cuestión radica en saber llevar una dieta equilibrada. Una dieta normal, sana, contiene cerca del 45% al 60% de hidratos de carbono. Éstos deben ser la fuente principal de energía. Evidentemente los niños tienen altos requerimientos de estos alimentos por el alto gasto energético que supone el crecimiento en su conjunto, con lo cual, su dieta debe contener azúcares de forma continua y regular.
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Hay que saber que los azúcares simples son carbohidratos y por tanto se pueden consumir en cantidades moderadas, como se ha indicado. El cerebro es un órgano que a diferencia de otros, sólo puede conseguir su energía de la glucosa. Otros, como los músculos (incluidos los del corazón), pueden obtener energía a través de otros principios inmediatos, como las grasas o las proteínas. Esto quiere decir, que dejar de consumir azúcar es privar al cerebro de su combustible fundamental, y por tanto poner su crecimiento sano y adecuado en serio peligro.
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El consumo de azúcar hay que limitarlo y tenerlo controlado, porque un exceso de consumo está relacionado con una serie de trastornos en casi todos los órganos; empezando por las caries, la acidez, la mala absorción; también puede provocar niveles altos de colesterol, con todas sus consecuencias sobre los vasos sanguíneos; puede producir obesidad y por consiguiente diabetes tipo 2, que aunque es más frecuente en los adultos, ya se diagnostica también en los niños; y también problemas de ansiedad, hiperactividad y falta de concentración, tan frecuentes en la infancia, entre otros...
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En la dieta del niño todos los alimentos son importantes. Hay que procurar mantener una dieta equilibrada, y eso se empieza a trabajar desde la introducción del primer alimento, en lo que llamamos la alimentación complementaria, que normalmente comienza a partir de los 4 meses de vida, como recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS).
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Por último saber, que no hay estudios que avalen que el azúcar es sólo positivo o negativo. Este componente de la dieta se ha estudiado en profundidad y lo que normalmente se encuentra en la literatura científica son estudios que resaltan ambos perfiles de este elemento. Lo que aconsejan la mayoría de las sociedades científicas es un consumo equilibrado y responsable del azúcar como alimento necesario para el funcionamiento de nuestro organismo y parte de una dieta sana.
Dra. Lehdía M. Dafa
En el caso de los niños el cerebro, por su inmadurez y por la alta actividad celular que tiene, necesita azúcar (glucosa) de forma continua y regular, que se obtiene de los azúcares de la dieta (carbohidratos). Si el cerebro no tiene el aporte adecuado de estos principios inmediatos, puede repercutir en funciones tan importantes como la atención, el aprendizaje y también la memoria. Ahora bien, el consumo de azúcares simples (dulces) tiene que ser controlado, porque su exceso también puede ser dañino para el cerebro de forma tal que puede provocar irritabilidad, ansiedad, falta de concentración…etc.
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El azúcar es el combustible fundamental para el cerebro, dado que las neuronas (células del cerebro) están continuamente activadas incluso durante el sueño. El azúcar, es decir, la glucosa, se convierte en ATP (energía) y en oxígeno. Así pues, la glucosa es esencial para unas células que están siempre trabajando, y por tanto, para un adecuado desarrollo del cerebro, así como del resto de las funciones que dependen de él.
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Pequeñas cantidades de azúcares simples se pueden incorporar perfectamente en la dieta de los pequeños sin que ello suponga un riesgo médico. La cantidad idónea de azúcares simples no debe nunca superar el 10% del total calórico.
Los hidratos de carbono no son malos ni siquiera para los diabéticos, y todos ellos se convierten en glucosa, combustible fundamental para vivir. La cuestión radica en saber llevar una dieta equilibrada. Una dieta normal, sana, contiene cerca del 45% al 60% de hidratos de carbono. Éstos deben ser la fuente principal de energía. Evidentemente los niños tienen altos requerimientos de estos alimentos por el alto gasto energético que supone el crecimiento en su conjunto, con lo cual, su dieta debe contener azúcares de forma continua y regular.
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Hay que saber que los azúcares simples son carbohidratos y por tanto se pueden consumir en cantidades moderadas, como se ha indicado. El cerebro es un órgano que a diferencia de otros, sólo puede conseguir su energía de la glucosa. Otros, como los músculos (incluidos los del corazón), pueden obtener energía a través de otros principios inmediatos, como las grasas o las proteínas. Esto quiere decir, que dejar de consumir azúcar es privar al cerebro de su combustible fundamental, y por tanto poner su crecimiento sano y adecuado en serio peligro.
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Hay edades en las cuales el consumo de azúcar
debe ser mucho mas controlado. Por ejemplo, en los niños pequeños menores de un
año, cuando empiezan con lo que llamamos la alimentación complementaria se debe
insistir e instruir a las madres y padres en no dar bebidas azucaradas o infusiones a
los lactantes.
A partir del año de
vida, aunque en principio los niños pueden comer lo mismo que los padres, hay
que seguir controlando el consumo de azúcares simples (nunca más del 10% del
total calórico), sobre todo controlando aquellos provenientes de la bollería industrial y
de los zumos no naturales, y aprovechar mejor el azúcar de la fruta. * * *
El consumo de azúcar hay que limitarlo y tenerlo controlado, porque un exceso de consumo está relacionado con una serie de trastornos en casi todos los órganos; empezando por las caries, la acidez, la mala absorción; también puede provocar niveles altos de colesterol, con todas sus consecuencias sobre los vasos sanguíneos; puede producir obesidad y por consiguiente diabetes tipo 2, que aunque es más frecuente en los adultos, ya se diagnostica también en los niños; y también problemas de ansiedad, hiperactividad y falta de concentración, tan frecuentes en la infancia, entre otros...
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En la dieta del niño todos los alimentos son importantes. Hay que procurar mantener una dieta equilibrada, y eso se empieza a trabajar desde la introducción del primer alimento, en lo que llamamos la alimentación complementaria, que normalmente comienza a partir de los 4 meses de vida, como recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS).
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Por último saber, que no hay estudios que avalen que el azúcar es sólo positivo o negativo. Este componente de la dieta se ha estudiado en profundidad y lo que normalmente se encuentra en la literatura científica son estudios que resaltan ambos perfiles de este elemento. Lo que aconsejan la mayoría de las sociedades científicas es un consumo equilibrado y responsable del azúcar como alimento necesario para el funcionamiento de nuestro organismo y parte de una dieta sana.
Dra. Lehdía M. Dafa
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